Viajar es una de mis pasiones en la vida y que, afortunadamente, comparto con mi chico. Hemos hecho muchos viajes juntos, disfrutamos conociendo nuestro maravilloso mundo y no concebimos la vida sin hacer de vez en cuando la maleta.
Hoy toca rememorar viajes pasados. Ya tenemos bastante recorrido en la mochila, experiencias que quiero compartir con vosotras y vosotros para animaros a buscar nuevos destinos y descubrir cada rincón del mundo. En julio de 2013 mi chico y yo decidimos coger la mochila e irnos a recorrer durante 15 días varios países de Centro Europa. En ese viaje conocí uno de los lugares más bonitos del mundo: Hallstatt, un pequeño pueblo de Austria. No sólo es precioso por sí mismo, sino que tiene una ubicación privilegiada: junto a un lago y rodeado de montañas.
En 1997, el paisaje Cultural de Hallstatt-Dachstein fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hallstatt posee una gran riqueza cultural y natural. Está situado a orillas del lago Hallstätter, creando un entorno muy especial. Es la abundancia de sal la que da nombre a esta región: Salzkammergut, ubicada a unos 75 km de Salzburgo. A la mina de sal, Salzwelten Hallstatt, de la cual se dice que es la más vieja del mundo, se llega a pie desde el pueblo o tomando un moderno funicular. Sin embargo, la fama internacional de Hallstatt se debe a los hallazgos arqueológicos de la Prehistoria que se encontraron en los alrededores del lago. Son tan importantes que han dado lugar a la denominación de un periodo de la Edad de Hierro que se conoce como “Cultura de Hallstatt” (1300-400 a. C.). Sus vestigios pueden admirarse en el Museo Kulturerbe Hallstatt, de entrada gratuita, donde puede hacerse un viaje en el tiempo por los 7.000 años de la historia de Hallstatt.
Existen dos formas de acceder a Hallstatt. La primera es por carretera, y la segunda, por tren y barco. Nosotros veníamos en tren desde Salzburgo, así que optamos por la segunda opción. La estación de tren está al otro lado del lago y para llegar hasta el pueblo tenemos que coger un barco. El trayecto en barco ya es una maravilla, nos ofrece unas vistas impresionantes de todo el conjunto natural. Nos quedamos realmente maravillados con aquel entorno. El barco tiene servicio todos los días del año y su horario está calculado para coincidir con los trenes que pasan por la estación.
Cuando llegamos a Hallstatt paseamos por sus preciosas calles. Es increíble cómo cada rincón está cuidado al detalle.
Nos encantaron las típicas casas austriacas con sus balcones decorados con flores.
Después de pasear por las callles del pueblo, fuimos hasta una pequeña pradera muy verde, a comer, a descansar y a disfrutar del entorno en el que estábamos.
Hallstatt es uno de esos pequeños rincones del mundo que quedan para siempre grabados en la memoria. No conseguimos quitarnos la sonrisa de la cara cada vez que recordamos este viaje.
“Hay muchas cosas maravillosas que se quedarán sin hacer si tú no las haces”
Charles D. Gill
Hacia donde el corazón me lleve 